También denominado pekingese o pequinés, era un perro guardián de palacios muy estimado y exclusivo en China. En la actualidad está mucho más extendido. No obstante, su popularidad también ha tenido efectos negativos para esta raza: la cría extrema ha impactado en su salud. Sin embargo, los esfuerzos para lograr una apariencia equilibrada y más saludable de este perro venerable están aumentando.
Ojos grandes, hocico chato y mucho pelaje. A lo largo de los siglos, el original perro guardián de templos ha cambiado bastante. En la actualidad, el pekinés es un igero, de hasta 5,4 kilos con mucho pelo. El manto superior es largo, recto y de tacto áspero. El subpelo es suave y denso. Según el estándar se prefiere con máscara, que es la pigmentación oscura de la nariz, los labios y los párpados. Algo que llama la atención en el perro pequinés es la cabeza voluminosa en relación con el cuerpo delgado y los grandes ojos. La cola es de inserción alta, porte tieso, ligeramente curvada sobre la espalda y hacia cualquiera de los lados.